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Acerca de las categorías de objetivo, subjetivo y el materialismo cartesiano

  • pablosviajsk
  • 26 mar 2022
  • 5 Min. de lectura


Creer que la filosofía se divide entre "idealismo" y "materialismo" es una de las taras más grande que ha quedado en la consciencia respecto a los interesantes debates filosóficos que se dieron en el siglo XIX. Ningún filósofo de mínima importancia creyó alguna vez que el mundo que experimentaba era un producto de su subjetividad entendida como mero producto arbitrario indeterminado. Ninguno. No son profundos al criticar a Kant, Hegel o Descartes pensando que estos tipos decían eso. De hecho la propia visión del "materialismo dialéctico" que estos críticos postulan es un calco de la metafísica de muchos idealistas (y materialistas) también. Pero estoy divagando. Vamos al punto:

Ya he señalado antes que partir de la materia como totalidad para construir un sistema de conocimiento tiende a pasar por alto que nunca debe confundirse una ontología común con un funcionamiento común (leyes mecánicas). Esto porque por esta vía nuestra consciencia queda atrapada en e laberinto de la manipulación de aquellos objetos imaginarios que construyen las ciencias positivas para poder operar y descubrir propiedades dadas de la materia como forma definitiva de concebir lo real.

Desde el momento en que existe un sujeto histórico el movimiento de la totalidad se encuentra determinando como un para sí. Y este proceso no presupone una primacía ontológica de lo subjetivo o lo objetivo. Los incorpora como dos momentos especulativos de lo mismo. Lo objetivo, pensado por fuera de este punto de partida, permanentemente va a quedar reducido a la vulgaridad de "aquello que está "afuera" de la consciencia", y ésta va a quedar necesariamente como un resabio negativo de esta primacía. Como es evidente, esta forma de poner las cualidades de lo que se analiza parte ya de una separación formal, independientemente de cuántos malabares "dialécticos" luego se haga para volverlos a juntar o pegotear. Tenemos ya puestas a priori las categorías como cosas exteriores. Esta especie de materialismo cartesiano que separa a un mundo mecánico por un lado y la consciencia por el otro, que se autodenomina "dialéctico" para darse importancia, sólo puede funcionar sobre sus propias premisas vaciando de contenido a los conceptos con los que trabaja al poner toda positividad de un lado. Parte de una metafísica donde el mundo existente fuera de la mente tiene un significado definitivo y fijo, pero a diferencia de Descartes que colocaba toda la positividad en el sujeto, aquí no es más que un agente que tiene la tarea de decodificar ese significado fijo, definitivo y correcto completamente indiferente a él. Si esto les suena familiar es porque obviamente leyeron a Lenin y su crítica al empiriocriticismo.

Entonces, si lo objetivo es el sustrato último y definitivo con un sentido definido a priori, lo subjetivo sólo puede ser el espacio del puro sinsentido, de la pura arbitrariedad indeterminada. Decir que algo es "subjetivo" en esta forma de pensar es relegarlo al mundo de la fantasía. Por eso, a este agujero negro solo le queda lo que ya está implícito en el punto de partida en el que se lo ha colocado: reflejar aquel sentido definitivo y fijo de "lo objetivo" y luchar contra su tendencia a la fantasía indeterminada. A esta representación imaginaria del pensamiento formal es a lo que los materialistas llaman "materia". De allí que "objetivo" y "material" sean nociones intercambiables.

Ahora bien, señalamos que desde el momento en que existe un sujeto histórico el movimiento de la totalidad se encuentra determinando como un despliegue histórico para sí. Claramente esta determinación histórica del todo no se da de forma inmediata. Para que opere una identidad debe darse un proceso cuyo despliegue engendra formas concretas de lo real que no tienen remate en una identidad total teleológica, ya que el despliegue de las potencias de todo lo real (sujeto y objeto) no es un despliegue mecánico sino un infinito racional para sí que se engendra a sí mismo, no un escenario mecánico con un sentido definitivo y final que hay que develar. Un mismo contenido puede presentarse de formas diferentes. La materia y la consciencia claramente son dos determinaciones específicas del mismo contenido que se pone a sí mismo como un movimiento único. Lo real no es un tercer elemento entre el sujeto y el objeto sino la unidad de ambos en su conexión interna y necesaria. Lo real no es una forma última de sentido a partir de la cual se alcanza un cierre escatológico definitivo. Lo real es una forma de concebir racionalmente el movimiento de una totalidad que contiene unidad en la diversidad, y que, por tanto contiene y necesita la actividad misma de ser concebida para tener sentido.

Como la materia sólo puede captarse en tanto multiplicidad de entes empíricos, la materialidad es siempre materialidad mediada. Su determinación específica como contenido de lo real es el tener un movimiento que es inmediatamente irreductible a la consciencia. Un movimiento que para ser reproducido en la consciencia es necesario que sea mediado, que sea desplegado negando la inmediatez dada a la consciencia. La materia debe participar de un movimiento en donde lo inmediatamente objetivo (unilateral) se subjetive y lo inmediatamente subjetivo (unilateral) se objetive. Este es el movimiento concreto de lo real que se mueve negando sus despliegues inmediatos en esa mediación. Hay unidad material de sujeto y objeto en tanto ambos son formas determinadas del mismo contenido. Y justamente en tanto formas determinadas no son idénticas. Una no es inmediatamente reductible a la otra. Y justamente como no son seres vacíos de toda determinación sino concretos inmediatos (síntesis de múltiples determinaciones) en movimiento, su síntesis se realiza a partir de un despliegue que no es la mera adaptación de uno al otro sino un movimiento de ambos (subjetivación/objetivación). No es que la materia se "autodespliega" de una forma teleológica y la consciencia comporte una secreción necesaria de ese automovimiento. Sino que el autodespliegue de lo real en tanto desarrollo de su contenido es ese mismo proceso de síntesis permanente entre el objeto y el sujeto como forma concreta de presentarse ese automovimiento. La unidad entre sujeto y objeto es una unidad especulativa, que se opera sin primacía ontológica en el plano de la esencia.

El significado sólo entra en la existencia concreta en la relación que se establece entre la conciencia y el mundo que la rodea. Nuestra subjetividad no es una externalidad que debe "interpretar correctamente" un mundo definitivo con un significado último, sino que es una parte de lo que el mundo realmente significa. En este sentido un mayor conocimiento sobre nuestra propia consciencia influye en cómo el mundo es concebido. Y como dijimos, lo real es una forma de concebir racionalmente el movimiento de la totalidad, no una etapa terminal donde se termina toda historia del pensamiento.

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