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¿Cómo llega la multiplicidad a ser engendrada a partir de la unidad?

  • pablosviajsk
  • 13 ene 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 14 ene 2021


La metafísica hegeliana parte de la unidad del ser, que al negarse comienza a ir poniendo infinitas mediaciones. Esa unidad que se niega es repulsión, pero esa multiplicidad en donde cada elemento se refiere al otro compartiendo la misma determinación en tanto engendrados de una misma unidad es ya unidad diferenciada. La unidad traspasa la multiplicidad y la multiplicidad queda afirmada en su negación. Hegel rechaza en su metafísica partir de la materia (multiplicidad atómica) como dada debido justamente a que una multiplicidad simplemente dada no puede engendrar nunca una unidad. Solamente puede hacerlo como una mera arbitrariedad exterior a dicha multiplicidad. En Hegel lo que percibimos como multiplicidad empírica es la actividad del fundamento abstracto entre lo uno y la multiplicidad. No como propiedades que produce la materia sino como su mismo fundamento. De aquí que la materia en Hegel sea trabajada como un resultado, no como punto de partida. Esto contrasta con el materialismo, en donde es el punto de partida a partir del cual se busca reconstruir todo. En Hegel es en el constante devenir de esa unidad que se engendra un ente determinado que luego nosotros percibimos como cosa material. Nosotros siempre percibimos la materia con una determinada forma concreta y específica que ya lleva en sí determinaciones de esa unidad. Determinaciones que no se le agregan al ente como si fuesen leyes que ordenan la naturaleza de la relación de un ente material con otro desde un afuera. En Hegel el fundamento que engendra la diversidad es la actividad de infinito reflexionar de esa unidad. Desde allí se presenta ante la percepción, ante la actividad de la conciencia como un ente singular y determinado. Y ese aparecer del ente ante la conciencia es lo que se llama apariencia. A diferencia del materialismo donde la apariencia es la aparición meramente superficial de una multiplicidad tomada como algo dado sin unidad, en Hegel la apariencia es esa esencia presentándose en su infinita actividad reflexiva. No es meramente el lado negativo de la verdad. La apariencia no es el ocultarse de lo verdadero. La apariencia es la esencia misma que se pone de forma parcial. Es la esencia que se muestra, que aparece. Pero aparece de forma inmediata. Es un aparecer cuyo paso siguiente es negarse. Es cambiante. En definitiva, la esencia en Hegel entonces no es la materia sino la unidad previa de la cual la diversidad material es engendro. La esencia es de dónde proviene esa unidad del ser específico. Y cada modo de presentarse de esa unidad en la historia es la apariencia como esencia mostrándose. Si la apariencia expresara ya la totalidad en su forma plena no habría multiplicidad sino meramente cantidad de la misma esencia (indiferencia de la determinación respecto al ser). Toda apariencia expresa un despliegue determinado, mediado de esa totalidad. De allí la posibilidad de la ideología como expresión de la consciencia que toma las apariencias de forma inmediata (actividad del pensamiento que al representar unilateraliza y, por tanto, invierte las determinaciones operantes de lo real). La reconstrucción de esa totalidad es un proceso de concepción. De esfuerzo por concebir esa multiplicidad de apariencias y reconstruirlas en su unidad orgánica. En su concepto.

El fundamento real o racional de algo debe siempre traer a cuenta una determinación que no se encuentra en el fenómeno (no debe ser mera tautología). Pero cuando esa determinación nueva es puesta por un tercero se convierte en arbitraria, deja de ser necesaria. El análisis del concepto lleva a organizar las determinaciones partiendo de la unidad, de la esencia. Por lo tanto esas determinaciones guardan una relación de necesidad respecto del contenido, respecto de aquello que las agrupa. En los entes empíricos toda determinación es compleja. Si se toman sin orden y se van poniendo distintas determinaciones que hacen de fundamento pero sin el esfuerzo de ver el objeto en su concepto siempre se producirá una organización arbitraria, exterior, formal de la realidad. En la evolución histórica de cada ciencia positiva se debe avanzar cada vez más en la reconstrucción de la integridad de las determinaciones esenciales de la cosa. Para poder reproducir racionalmente esa unidad en el pensamiento.

El problema con el materialismo y su punto de partida es que la interrelación entre entes externos nunca puede conservar la unidad ni llegar a ella. Por eso vemos tanto en sus razonamientos la utilización de la figura repetida de “en última instancia” que funge de camisa de fuerza para salvar la exterioridad y el formalismo de los conceptos y simular unidad. Lamentablemente es siempre una unidad de cosas que ya estaban dispuestas de forma externa. La manera en que aparece esa unidad formal a la representación es colocar un objeto a y b en un mismo tiempo y espacio que no dejan de ser dos objetos en la representación. Representan siempre unidades extrínsecas. La imaginación junta y separa, clasifica, desglosa y vuelve a juntar. Como ya las categorías son externas entre si desde el inicio, el análisis siempre es arbitrario. Yo lo pongo así porque me gusta que ‘lo económico’ determine la totalidad. Porque lo decido de antemano como un axioma para construir mí sistema. Pero a otro le va a parecer mejor que sea ‘la religión’ la que determine la acción humana “en última instancia”. Todo queda reducido a una mera pelea de opiniones porque el razonamiento queda planteado en el elemento de la exterioridad, ya dado en las categorías presupuestas que se disponen para estructurar el debate. Para Hegel la objetividad se logra cuando se puede estructurar un razonamiento en el cual cada paso, cada despliegue de la unidad se presuponga necesariamente del anterior, es decir que pueda reproducir lo real.

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