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Acerca del "fin de la modernidad" y el capital

  • pablosviajsk
  • 26 mar 2022
  • 4 Min. de lectura


Creo que las transformaciones sociales de los últimos 50 años que tienden a encuadrarse bajo la idea de "neoliberalismo", "posmodernismo", "sociedad de la información", "pos industrial", etc. deberían ser pensadas a partir del análisis de los cambios en las formas de la competencia dentro de la clase obrera y los capitales individuales que son introducidas por las transformaciones del proceso material de trabajo.

La mayor parte del siglo XIX y XX el mundo asistió al despliegue de la movilización total del capital. Si bien todavía lejos de ser mayoritaria, la población urbana industrial le iba marcando el pulso a la humanidad con cada vez mayor ímpetu. Ya sin vuelta atrás las diversas formas de organización social bajo relaciones directas de producción iban siendo disgregadas en diferentes regiones a diferentes ritmos y de diferentes maneras. En este contexto, la forma de competencia que predominaba estaba trazada alrededor de la homogeneización. Poder vender la fuerza de trabajo o poder ser un capital funcional requerían, antes que nada, de una tarea de estandarización. Desde el agricultor familiar que iba a buscar suerte a la ciudad hasta la empresa que debía incorporar maquinaria, toda la competencia giraba en torno a la eficiencia por medio de la estandarización. La formación de espacios nacionales, el reparto directo colonial, la escolarización masiva, la expansión del moderno sistema jurídico, etc. fueron todas formas de violenta competencia cuyo contenido era la búsqueda de eficiencia por medio de la homogeneización de las condiciones de acumulación dada la escasa variedad y carácter indiferenciado de los mercados a satisfacer. El llamado capitalismo "fordista" no es más que la expresión más acabada de este proceso en su etapa tardía. Poca cantidad de productos masivos fabricados con procesos repetitivos. El capital se dinamizaba equipando la casa de cada obrero genérico con un puñado de bienes de consumo durables y un trabajo más o menos estable. Es la época de oro de la URSS, del desarrollismo cepalino y del nacionalismo tercermundista como algunas expresiones de esta expansión horizontal del capital. La diferenciación dentro de esta etapa se articulaba a partir de los intentos por descubrir la eficiencia de procesos dentro de un marco repetitivo y predecible. De allí el nacimiento y consolidación de la burocracia, así como también la prohibición y rigidez como forma predominante de adaptación social de los atributos productivos del obrero colectivo.

Las condiciones de esta forma general de competencia fueron mutando a partir de cambios introducidos en la forma de expansión del capital. El desplazamiento de la dinámica de la acumulación fue rotando cada vez más de la producción de bienes durables de reproducción doméstica a la producción misma de información sobre el movimiento global del capital y a servicios dedicados a la formación de atributos productivos más complejos (salud, educación, entretenimiento, etc.). Este desplazamiento de los sectores dinámicos le sumó a la expansión horizontal una expansión vertical del mercado que terminó redefiniendo su naturaleza a partir de una fuerte segmentación de la clase obrera y las actividades productivas del capital. Desde los bienes de consumo cotidiano hasta la generación y manejo de información fueron atravesados por esta segmentación. Algunos autores, luego llamados posmodernistas, comienzan a pensar en la supremacía de la producción de la novedad sobre la repetición (lo arbóreo opuesto a lo rizomático en Deleuze por ejemplo). Se va consolidando la llamada "cultura juvenil" que se apoyaba en el principio de entretenimiento basado en la segmentación del gusto. Una manifestación que es tomada de forma acrítica como una supuesta manifestación de la libertad creativa indefinida. También lentamente va tomando hegemonía en la actividad política el pensar a la sociedad a partir de sistemas fragmentarios que forman un aglomerado interseccional de opresiones: el feminismo de la segunda ola, el ambientalismo, los derechos de minorías sexuales, etc. Todas formas que expresan este nuevo contenido de la competencia capitalista que no va teniendo como dinámica principal la homogeneización sino la diferenciación. El obrero cada vez más tiene la presión de diferenciar sus atributos productivos, hacerlos más únicos e irrepetibles. Sus propios circuitos de formación de atributos productivos divergen para esto: más ofertas educativas no "tradicionales", diferentes accesos al cuidado de la salud, diferentes consumos culturales, etc. Expresión de esto es la trivialización-relativización del discurso como forma específica de esa fragmentación, como una manera necesaria para que surjan creatividades y productos diferentes. Y lo mismo para con los capitales que buscan producir en un mercado cada vez más segmentado, donde la cuestión es ahora la introducción de la novedad en una escala nunca antes vista. Aquí ya entramos en la llamada "crisis de los grandes relatos", en el fenómeno ya analizado mil veces de la llamada victoria del individualismo o neotribalismo identitario. Mientras más pasa el tiempo los efectos de esto comienzan a tomar forma de autoconciencia y se empieza a hablar de una época "posmoderna". Concepto con el cual no acuerdo, pero que se utiliza normalmente como clasificación.

Lamentablemente los marxistas terminaron siendo los más lentos de reflejos para poder conceptualizar este fenómeno. Llegaron tarde y mal. Adoptaron una negación sistemática y relativización de sus implicancias. Hoy su política no pasa de Intentar adaptar los distintos fragmentos identitarios a un laxo “anticapitalismo” que no es más que una suma incoherente del sentido común fraccionado de estos distintos sectores.

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