Crítica a la Materia como punto de partida
- pablosviajsk
- 13 ene 2021
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¿Por qué Hegel insistía en que la materia no podía ser el punto de partida? ¿Porque era "idealista"? ¿Porque era místico? ¿Porque era ignorante de las ciencias positivas de su tiempo? Claramente no. En Hegel la materia tiene auto movimiento. Al haber movimiento es siempre de la materia. Ésta sería engendrada cuando lo que es inmediato en la unidad de la totalidad se exterioriza al mediarse. Hegel hace surgir a la materia como un producto de ésta exteriorización de aquello que es inmediato en la pura actividad del devenir en la medida en que se específica como una forma concreta de ella misma como ser existente que se despliega mediándose en tanto materia en sucesión temporal. Como un ente empírico que comparte la misma ontología con el resto justamente porque es engendrado por la unidad de la totalidad y no un mero punto arbitrario de partida. Hegel no empieza por la materia porque entendía muy bien que de hacer esto tenía dos opciones: o bien necesariamente postular una multiplicidad de esencias en donde habría entes concretos eternos junto a los entes concretos en movimiento (que por esto portarían una esencia diferente a los que no), o bien reconocer que toda la materia está en actividad y aceptar irracionalmente que toda la materia posee esa característica como una mera casualidad exterior y arbitraria. Como Hegel no puede aceptar esas soluciones extrínsecas, formales, casuales y no necesarias, es decir, no puede aceptar esas premisas irracionales para construir su sistema debe aceptar que, si toda la materia tiene una misma sustancia (la actividad), ella debe haber sido engendrada por ese principio antes de que ese mismo principio simplemente se encuentre presente arbitrariamente en toda la materia sin necesidad alguna. Es justamente éste el punto central del ataque de Hegel a la metafísica espontánea de las ciencias positivas. Es el punto central de todo su sistema. Que la realidad es inmanente y engendrada por una misma sustancia compartida de forma necesaria por todos los entes. Si se pensase que la materia tiene como esencia el ser actividad sin que haya sido engendrada por ésta, necesariamente se estaría aceptando una indeterminación irracional como punto de partida del sistema. Y es por esto que la materia en tanto ente empírico no puede ser tomada como el punto de partida de un sistema racional que busque reproducir lo concreto en el pensamiento. No puede ser el fundamento de un sistema que intente evitar la mera representación de lo real. Además, aún si supusiésemos a la materia en tanto entes empíricos sin esencia compartida (sin una Metafísica consciente) igual estaríamos frente al problema de inducir una esencia común de los entes empíricos o de suponer que la materia es eterna en un infinito temporal inmedible. Es decir que sólo puede fundamentarse desde una construcción irracional igualmente metafísica o un empirismo inductivista ingenuo que no construye su sistema por una unidad necesaria sino por una suma inducida de atributos arbitrarios, que se elevan a necesarios por medio de la arbitrariedad del investigador. Si lo primero es la materia en el sentido de las ciencias positivas, como un sistema de entes representados, abstraídos de sus determinaciones concretas. Si la materia no es una substancia de otra cosa, si no es una forma de la contradicción desplegándose como ser existente, si es átomos y campos entonces sólo se puede definir a su auto movimiento como un movimiento extrínseco. Si uno pone a la materia de las ciencias positivas como lo dado y no como un producto de la contradicción inmanente, de la contradicción desplegándose en el ser otro, se queda teniendo que reproducir la totalidad de lo real como un movimiento matematizado. Como una suma de relaciones extrínsecas y deterministas en sentido teleológico, en donde la libertad es subirse al tren de su auto movimiento autónomo sin poder hacer actuar a las posibilidades de su despliegue de acuerdo a una actividad consciente de sus determinaciones. No es más que la fetichización de la especificidad histórica del capital en tanto movimiento autónomo presentada como una falsa no-metafísica de validez universal. Una fetichización que presupone ingenuamente que las ciencias positivas no tienen ideología metafísica y simplemente aportan "datos" de la materia que el filósofo simplemente tiene que tamizar y conectar con "dialéctica" para insuflarles vida y reconstruir por vía inductiva la totalidad de lo real. Decir que no hace falta una metafísica es también una metafísica porque supone una determinada estructura de lo real. Una estructura metafísica mecánica que sólo puede pedírsele prestada de forma subrepticia e inconsciente a las ciencias positivas. Se vuelve entonces a un programa filosófico de kantismo leído a través de Hegel. Es repetir el error de Engels, que se conformó con la representación formal de lo real prestada de la metafísica espontánea en lenguaje dialectizante. Considerar a la materia como el principio del sistema es volver a la construcción del mundo por la vía de las categorías de la lógica formal leídas en la jerga hegeliana como una mera decoración. Si se rechaza la doctrina de la esencia entonces se rechaza el único intento real de construir una metafísica coherente por fuera del mero manejo formal de las categorías de la ciencia positiva. La unidad de la materia entendida como un punto de partida del sistema y no como producto, obliga a un programa filosófico que tenga que reconstruir lo real a partir de la identidad vacía de la consciencia y la materia o de considerar a la consciencia como una "propiedad emergente" de la materia (volviendo por otro camino a la separación ontológica). Desemboca en la filosofía de Lenin o en el emergentismo.

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