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El método

  • pablosviajsk
  • 13 ene 2021
  • 7 Min. de lectura



Los movimientos autodenominados de ‘izquierda’ sin excepción dicen colocarse en el espacio de alguna postura ‘crítica’ del mundo que los rodea, específicamente del capitalismo, pero también de cualquier otra realidad o invento ideológico que se ponga de moda para explicarla. Esta inflación de ‘pensamiento crítico’ es posible porque los sujetos de izquierda operan intelectualmente con un concepto de crítica sacado de las catacumbas del pensamiento pre filosófico. Para estas personas ser crítico es una forma más o menos refinada de buscarle lo "malo" y lo "bueno" a algo, pesar ambas cosas en una balanza de justicia universal sacada de su pura subjetividad y emitir un juicio de valor. Si el juicio es negativo, la idea de ser crítico es resaltar constantemente lo "malo" esperando que la cosa caiga por la indignación que ese desbalance en la balanza universal genera en la gente. Este método es básicamente sobre el cual se levantaron el proudhonismo y el anarquismo, pero lamentablemente cada vez más domina al marxismo. Sospecho que éste retroceso secular en su consciencia es la forma ideológica de procesar su propia impotencia para conjurar el espíritu jacobino en la época actual. Lejos de esta versión degradada, la crítica es un momento necesario de la apropiación de lo real por medio del pensamiento que realiza el sujeto. Es intentar apropiarse del objeto tal cual es y comprenderlo para actuar libremente, es decir, para actuar de acuerdo a su potencialidad real y así realizarse al mismo tiempo como sujeto. Para poder hacer esto el sujeto necesita negarse y reconocerse también a sí mismo como la forma de realización del objeto. El sujeto necesita enajenar sus potencias en el objeto como medio para que el mismo pueda subjetivarse, es decir, realizar sus potencias por medio de aquél, en un movimiento que al mismo tiempo termina negándolo a sí mismo como objeto. El metabolismo social no es más que los sujetos negando la falsa autonomía de los objetos y los objetos negando la falsa autonomía de los sujetos de forma permanente. Y es en esta unidad donde la crítica se presenta, en tanto forma que busca reproducir este movimiento de acuerdo a su estado real, que busca regir la acción humana por una forma de consciencia objetiva que permita transformar a la naturaleza como un medio para sí. Que busca la acción libre. Ser crítico, entonces, siempre parte de entender lo real TAL CUAL SE PRESENTA. No como dos aspectos externos entre sí, unos "buenos" y otros "malos". No de creer que existen estadísticas que "lavan la cara" de algo que juzgo "malo" y estadísticas que son correctas porque "critican" lo "malo". La consciencia crítica no es ir al cine, ver una película, decir que no me gustó porque tiene más cosas malas que buenas y después pasarme la vida mostrándole a la gente las partes que no me gustan para convencerla de lo que yo pienso. La crítica es una forma necesaria de la consciencia objetiva, de entender lo real tal cual se presenta, de entender las potencias que lo actual porta para operar en consecuencia, de forma independiente a mis fantasías y caprichos subjetivos. Independientemente de lo que me gustaría o considero necesario y bueno en mi cabeza. Eso es lo revolucionario. No es decir que el mundo es ‘malo’ y hay que cambiar todo, sino que es la comprensión por parte del sujeto de las coordenadas de lo real para operar conscientemente, al tiempo que realiza estas potencias de lo objetivo por medio de su acción subjetiva (objetivación del sujeto). Operar sobre la realidad tomando sólo los aspectos de lo real que confirman mi sesgo arbitrario previo a ese análisis y dejar de lado todo pensamiento que retome la totalidad de lo real al incorporar los aspectos que se anulan y oponen a ese sesgo, es todo lo opuesto a una forma crítica de pensamiento. Es lo opuesto a una forma objetiva de consciencia. Es el reino del capricho subjetivo.

La forma que utiliza Marx para aproximarse a una crítica de la naturalización de las relaciones cosificadas que realiza la economía política es a partir del desarrollo de sus propios fundamentos para desentrañar toda unilateralidad de los mismos. La realidad es siempre una totalidad que se desenvuelve a partir del desarrollo de las necesidades contenidas en el objeto de análisis, desde la forma más abstracta hacia la más concreta. Este análisis se refleja a partir de la exposición, que desde las formas más indeterminadas hasta las formas concretas intenta reconstruir la realidad inmediata a partir de las abstracciones y, avanzando en sus determinaciones, lograr apropiarse de lo concreto en toda su complejidad por medio del pensamiento. La tarea de la ciencia, entonces, no es la de representar (volver a presentar algo en su forma simplificada carente de determinaciones) la realidad. Sino el de seguir y desplegar las necesidad propias del objeto que se estudia, desde sus formas más simples y generales, hasta abarcar su inserción en la totalidad, para reproducirlo en el pensamiento tal cual es, como un concreto pensado. Este camino que va desde el análisis simplificado – lo abstracto – y su reconstrucción progresiva hasta dar con las formas tal cual aparecen en la realidad en toda su complejidad como síntesis de múltiples determinaciones – lo concreto – es el núcleo del método marxista del análisis de la realidad. Sin embargo esto no es tan sencillo, ya que en la realidad inmediata las cosas se presentan de forma siempre aproximada y cambiante. Para poder considerar los fenómenos en la forma que corresponde a su realidad, independientemente de su forma cambiante es necesario considerarlos como la manifestación particular del movimiento de la totalidad que los determina. Toda ciencia busca comprender esta totalidad como totalidad concreta en el pensamiento. Sin embargo, los fenómenos nunca coinciden con la esencia de las cosas, y es tarea de la ciencia reconstruir los eslabones que ligan la esencia con la forma fenoménica para poder comprender las manifestaciones más inmediatas que se dan al entendimiento. El movimiento aparente debe quedar reducido al real interno. Esta es la tarea que Marx emprende cuando se propone analizar al capital bajo la forma de una crítica de la economía política.

Marx intenta construir la estructura del Capital a través de éste método de aproximación: En el libro I parte de las formas lógicas e históricas más indeterminadas del capital como relación social. Trabaja con la hipótesis de una sociedad de productores simples de mercancías dueños de sus medios de producción en donde necesariamente se da una identidad entre trabajo y valor aplicado a la mercancía individual. Aquí se presenta la manifestación más simple de la ley del valor, en donde los valores – trabajo regulan directamente el intercambio, siendo el precio monetario la expresión directa del trabajo social incorporado a la mercancía. Aquí tenemos la expresión, por medio de las relaciones sociales objetivadas, es decir, mercantiles, de un modo de producción en el cual la propiedad se identifica con el trabajo personal. Es decir, de una sociedad en la cual todavía no existe el capital, pero que constituye su premisa lógico – histórica. Esta característica indeterminada empieza a volverse más concreta a medida de que, al avanzar la obra comienzan a analizarse las discrepancias entre valores y precios. O, en los siguientes tomos, se agregan, por ejemplo, los tiempos de rotación, los costos de circulación y los precios de producción a esa determinación simple. En el tomo II, Marx se concentra en el valor y el plusvalor tomados de conjunto, sin considerar todavía su atomización en productores fragmentados, y analiza las variaciones de su magnitud dentro del proceso de producción a través de la circulación. En estos dos primeros libros se completa la esencia del proceso económico global en su conjunto. Llegado este punto, las hipótesis simplificadoras que ayudaron a Marx a aislar los aspectos esenciales de los fenómenos se dejan de lado en el proceso de concretización para intentar establecer el vínculo interno entre esta esencia y la forma concreta de aparición de los fenómenos, en especial del plusvalor. Por esto, al avanzar en las formas concretas del capital, Marx ya presupone para el libro III una sociedad capitalista tal cual aparece, es decir, un modo de producción de productores privados independientes en el cual la separación entre el productor y sus condiciones de producción se encuentra realizada. La traducción objetivada de estos cambios en las relaciones de producción necesariamente debe darse a través de un cambio en las condiciones mediante las cuales se desarrolla la ley del valor que correspondía a la forma simple de una sociedad mercantil. El valor se convierte en una categoría que sintetiza más determinaciones: el precio de producción. De esta forma se avanza no sólo en los eslabones que ligan las formas más concretas de los fenómenos económicos inmediatos (precios) sino que se desnudan sus enlaces con los valores – trabajo. Incluso cuando el intercambio deje de ser proporcional a los mismos debido a la existencia de la relación social capitalista, éste sigue regulando las relaciones sociales a través de la transferencia de valor entre las distintas ramas de la producción social por la mediación de la circulación mercantil (transformación de valores en precios de producción y la formación de la tasa media de ganancia). En esas condiciones, la participación en el producto total de la sociedad ya no concuerda con el trabajo directo del productor sino con el desembolso de capital que realiza la clase social de los capitalistas. La propiedad de los medios de producción equivale ahora a la capacidad social de comandar el trabajo y sus frutos. La hipótesis más abstracta se deja de lado; ya la propiedad de las cosas deja de fundarse en el trabajo directo para convertirse en el medio de controlarlo con el objetivo de producir más de la misma relación social que permite su control: se convierte en Capital; en valor que produce más valor. Con la emergencia de esta relación, el trabajo social excedente producido por el trabajo vivo (plusvalía) se socializa como una totalidad. Todos aquellos poseedores del trabajo muerto (acumulado), es decir aquellos que participan del control de los medios de producción, se lo distribuyen en proporción a la fuerza de trabajo y cuantía de los mismos que controlan (capital invertido) a través de la formación de los precios de producción y la fijación de una tasa media de ganancia

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