¿Qué fueron las revoluciones del siglo XX?
- pablosviajsk
- 13 ene 2021
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Decir que sin ciertas condiciones materiales previas no hay posibilidad de consumación de ninguna revolución social es una perogrullada. También lo es decir que el desarrollo de las fuerzas productivas debe tener que haber formado una masa revolucionaria que sea capaz de contraponerse al modo de actividad sobre la cual se asienta la sociedad. Podemos formular mil veces en la teoría la revolución y sin la existencia de estos presupuestos no habremos avanzado ni un milímetro en la realidad.
Durante el siglo XX, en especial en su primera mitad, el mundo asistió a una multiplicación de revoluciones sociales que llevó a la teoría marxista y a sus partidos a un primer plano en la política mundial. La interpretación casi unánime de estos sucesos fue que la masa revolucionaria ya se encontraba formada a nivel mundial y que, al mismo tiempo, ella tenía la capacidad de contraponerse al modo de actividad fragmentado y competitivo que expresaba la existencia del Capital. Sostenemos que, a diferencia de lo que sostuvo esta interpretación, el conjunto de esas revoluciones no fueron procesos que expresaban la senilidad y pronta decadencia del capitalismo como creían Lenin (el imperialismo: etapa superior del capitalismo) o Trotsky (programa de transición).
Sostenemos que las revoluciones de la primera mitad del siglo XX representaron la expansión y desarrollo de las relaciones sociales capitalistas bajo las condiciones concretas del desarrollo de las fuerzas productivas de la primera mitad del siglo XX. A los partidos comunistas les tocó personificar procesos históricos diferentes de los que ellos creían estar personificando. La unificación y racionalización económica de enormes partes del globo bajo la forma de Estado nacional era una expresión de la expansión del capitalismo, no de su senilidad. El problema fue que en algunos grandes imperios territoriales, o pequeños territorios colonizados, la burguesía nacional fue incapaz de acaudillar un movimiento de esas características y construir Estados. La clase obrera y el campesinado desarrollaron una expansión de las relaciones capitalistas bajo la forma determinada que esas clases pudieron darle (centralización burocrática), en lugar de fragmentación productiva, como fue el caso de las burguesías que sí pudieron lograr esas tareas debido a su potencia histórica. Es decir que deberíamos considerar la posibilidad de que aquello que llamamos socialismo no fuese más que la expansión del código napoleónico y la racionalización de la producción a escala nacional con los métodos de la clase obrera en los territorios en donde la dinámica de clases, el atraso de las fuerzas productivas y las circunstancias de la guerra volvían posible y necesaria la posibilidad de que fuesen el proletariado-campesinado bajo la forma de partidos comunistas las clases que (astucia de la historia mediante) expandiesen con sus formas históricas el Capital.
Las revoluciones del siglo XX, antes que mostrar el elevado nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, expresaron más bien la necesidad histórica de la racionalización y unificación económica de imperios y espacios coloniales colapsados sin una burguesía con el suficiente desarrollo para imponerla por medio de la forma fragmentaria (mercado). Expresaban más bien una situación de desarrollo relativamente limitado del mercado mundial antes que su madurez y decrepitud. Fueron la forma histórica concreta paradójica por medio de la cual se operó la formación de nuevas fracciones nacionales del capital mundial por medio de la centralización del capital y liquidación del campesinado en esos espacios. Una de las historias de los últimos 100 años es la de la clase obrera tomando el poder y desarrollando las tareas de la organización económica de imperios y espacios coloniales colapsados, pero también la de la imposibilidad de sostener y expandir esa centralización en el tiempo. No debido a la represión de una abstracta ‘iniciativa obrera’ por parte de la burocracia, sino por una imposibilidad objetiva dada por el escaso desarrollo de las fuerzas productivas a nivel mundial. En la URSS sola había más de un millón de precios simultáneos que planificar y coordinar en miles y miles de kilómetros cuadrados de territorio. No era posible avanzar en el desarrollo de las fuerzas productivas necesarias (fragmentación y especialización productiva) bajo la centralización con esas fuerzas productivas. El GOSPLAN y toda su potencia fue una etapa necesaria del desarrollo del Capital en esos espacios, pero fue una forma histórica que debía perecer. Pensar que su colapso fue todo parte de una traición planificada de la burocracia soviética para aumentar sus privilegios es una hipótesis como mínimo debatible y poco sostenible históricamente hablando.

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