Sobre el Estado y la Revolución
- pablosviajsk
- 13 ene 2021
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 27 feb 2021
El socialismo científico es la crítica al capital en tanto forma históricamente determinada del metabolismo social. Crítica en el sentido de su estudio para preparar conscientemente las condiciones de su superación. Es erróneo creer que ésto necesariamente se identifica con jacobinismo revolucionario, o reformismo, o cualquier otra forma a priori. La idea de que socialismo científico es necesariamente jacobinismo revolucionario es obviar su verdadero contenido específico: la preparación de la superación del capital como acto consciente. Esto es un contenido que deberá adoptar la forma específica que le corresponda al estado real y concreto del desarrollo del capital y no a formulaciones basadas en la "tradición" revolucionaria. En iteraciones estratégicas más cercanas a las formas sacramentales y rituales que a una práctica científica. Creo que a raíz de la defensa que Marx realizó de la experiencia de la Comuna de París y de la glosa que Lenin realizó de sus conclusiones respecto a lo que "debe ser" el régimen que necesariamente debe emerger como producto de la gestión colectiva del capital a nivel nacional y su expansión posterior a nivel mundial, gran parte de la izquierda quedó metida en un laberinto respecto a este modelo parisino como un arquetipo al cual aspirar. Marx intentaba decodificar lo que estaba pasando para elaborar una propuesta razonada y pensada con su propia cabeza. Lamentablemente no intentó construir su opinión del tema basado en una reconstrucción de las necesidades que las tendencias económicas objetivas exigían como forma política, partiendo desde las necesidades más simples hasta las más complejas. Él tomó como modelo de revolución a LA revolución burguesa (la francesa) sólo que llevada adelante por la clase obrera y pensó desde ese marco artificial las necesidades que esta novedad Iba a imprimirle a la forma política concreta. La clase obrera al ser masiva iba necesariamente a ir más allá de las formas más democráticas desarrolladas durante la revolución burguesa y eso se iba a expresar en el desarrollo de organismos de poder directo local y una masificación/simplificación/democratización de las tareas de gobierno para lo cual era necesaria la destrucción del mismo Estado burgués. Él también, obviamente, entendía la necesidad de centralización que exige la sociedad moderna como tendencia superadora del capital. Pero al empezar a reconstruir su explicación desde la característica de la clase social que iba a impulsar la revolución, y no desde las determinaciones materiales con las cuales ésta clase se iba a encontrar y debía necesariamente desarrollar una vez en el poder, arrastró un error de método desde el comienzo que lo llevó a una serie de ambigüedades y unilateralidades en relación a estos puntos. Además Marx también arrastraba una concepción del socialismo utópico respecto a su idea de una "sociedad de productores libres". Lamentablemente no llegó a empalmar su reflexión genial acerca de la centralización y la superación de la fragmentación con la negación material de la "libre asociación" que este proceso objetivo supone en la realidad. Todos estos errores pueden leerse luego en la glosa que Lenin le dedica en el Estado y la revolución. Y esta falta de balance crítico llevarán al ruso a terminar culpando a la "burocracia" por las dificultades soviéticas y a confiar en una genérica "iniciativa del proletariado". Un concepto vacío que no tiene ninguna necesidad material detrás de él. Error que el trotskismo arrastrará de forma más que ampliada. ¿De qué necesidad material brota la "democracia obrera" en una base organizada en torno a un ente centralizado de planificación poseedor de la totalidad de los medios de producción sociales y que asigna todos los tipos de trabajos que hay que realizar? Hablar abstractamente de “democracia obrera” en este marco es buscar imponerle formas arbitrarias al proceso. Plantear la proudhoniana "destrucción del estado" para hacer uno "nuevo" es bastante difícil teniendo en cuenta que la centralización del capital va a llevar necesariamente a formas estatales que no tienen nada que ver con una forma burda de la idealización democrática económica. Los bolcheviques tomaron un estado que estaba colapsando y construyeron lo que las determinaciones materiales les impusieron. La forma de conjurar la contradicción entre la forma que el contenido material de la centralización del capital le impuso al estado soviético y la idealización proudhoniana es la invención del "estalinismo" por parte de los resabios de la línea idealista del marxismo, el trotskismo. Creo que es claro que la centralización del capital en el Estado no va a llevar a la Comuna, a una especie de aldea democrática de artesanos, sino a formas estatales que ya existen bajo el capitalismo en tanto estas expresan esa misma tendencia dentro del mismo. No hay ningún estado "nuevo". A la clase obrera le esperan formas conocidas y refinadas de lo ya existente en otras escalas. Creer que de allí surgirá el sueño anarquista de asociación libre de sujetos libres no es más que un engaño consciente sin fundamentos. Si bien es una perogrullada que nuevas relaciones de producción sólo pueden realizarse mediante nuevas formas, eso no habilita la interpretación infantil que extrae de esto linealmente la necesidad de producir un estado "nuevo" desde "abajo". El jacobinismo y el consejismo sólo portaron necesidades pasajeras. Fueron la forma que tomó el colapso, la anomia y la necesidad de movilización masiva de la guerra en condiciones excepcionales. El "nuevo" estado de la revolución francesa fue... El imperio napoleónico. Básicamente un perfeccionamiento de la monarquía con código civil. Los ingleses desarrollaron el capitalismo perfeccionando y destruyendo el viejo estado en la medida de sus necesidades. De la misma forma lo hicieron los alemanes, los italianos... Etc. En la monarquía austro-húngara que no conoció jacobinismo alguno enseñaba Einstein física cuántica en la universidad. Si hay una constante en las formas "superestructurales" del capitalismo no es precisamente la planteada por Marx acerca de "destruir el estado". El relato idealista que momifica el momento "jacobino" y pretende convertirlo en la norma histórica ha sido totalmente desmentido por la realidad en todos los ejemplos posibles, en todas las geografías posibles y en todos los momentos históricos posibles. No es más que una forma esquemática de pensar que parte de analizar UNA revolución (la francesa), se centra en un par de años (no en su desarrollo final) y de forma caprichosa, por un sentido más moral que científico, decreta que esa forma es la "verdadera" tendencia. Una que fue sofocada por alguna causa casual y luego se la proyecta de forma prescriptiva a todo el desarrollo histórico posterior. La realidad es que la forma del capital hizo revoluciones, destruyó algunas formas que no le correspondían y necesitó expresarse en nuevas formas, pero eso no es sinónimo del infantilismo proudhoniano de "crear desde las bases un nuevo estado" y "destruir su maquinaria". El desarrollo de lo real implicó destruir algunas resistencias con revoluciones, pero en mayor medida perfeccionar lo que ya estaba bajo otras formas e inventar dentro de los marcos del Estado existente. La noción idealista de que algo va a surgir de la nada (un estado totalmente nuevo) es totalmente infundada. El socialismo es una forma de desarrollo del capitalismo. Todas las tendencias del socialismo ya están (y deben estar para que sea posible su existencia) en el capitalismo bajo otras formas. Pensar que el estado que centralice el capital (algo que ya sucede todo el tiempo) va a producir una "superestructura" jacobina, es decir, algo que corresponde a momentos breves y excepcionales de la historia como norma del desarrollo mundial, es puro capricho individual. No se basa en ningún proceso real y carece de fundamentación material. En este sentido considero que no se trata de "peligros" que acechan a la revolución o de "desviaciones" de un patrón real, sino que se trata de entender la relación material entre el contenido económico y la forma política necesaria que debe adoptar a grandes razgos. Pretender que una democracia económica va a brotar mágicamente de la centralización total de todas los medios de producción y de la asignación de trabajo carece de fundamento más allá del idealismo esquemático. No hay absolutamente ninguna premisa material que señale que las cosas van a ir en ese sentido. Lo que sucede en la historia no es más que las formas políticas que se desarrollan como determinación concreta de las relaciones productivas. Esto no se puede dejar al posibilismo idealista (todo es posible si la clase actúa) y la indeterminación (iremos viendo cuando lleguemos al poder). Justamente porque en este problema particular (que es fundante del trotskismo mismo) uno no tiene derecho alguno a la ambigüedad y la apelación a un "iremos viendo". Dejar librado a la mera posibilidad indeterminada a algo tan importante es una irresponsabilidad política absoluta y no puede ser el fundamento de ningún programa serio.
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