Sobre la “autonomía” del sujeto, la libertad y la igualdad
- pablosviajsk
- 26 mar 2022
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Cuando señalamos que la "autonomía individual" no existe, simplemente decimos que la misma nunca puede dejar de ser una mera figura formal de la imaginación. Esto porque la "propia voluntad" necesariamente actúa inmediatamente por, para y con otras "propias voluntades" para poder operar. De allí que, por ejemplo, cualquiera que por "propia voluntad" quisiese dedicarse a hacer algo socialmente valorado como inútil, nunca podría ejercer esa voluntad de forma concreta-práctica (es decir de forma REAL) porque no podría sostener esa actividad en el tiempo ya que no está sustentada en ningún nexo social.
Afirmar imaginariamente algo siempre significa considerar un momento unilateral de lo real en tanto naturaleza invariable y propia de ese algo. Lo que Hegel llama justamente "abstracto". Pensar a la voluntad como el mero momento de la inmediata toma de decisión abstracta-individual y no como una actividad que se sostiene en la mutua interdependencia es justamente una forma de consciencia puramente formal. La hipostasis de esta forma ideológica es el fundamento imaginario del cual parten tanto el liberalismo como el anarquismo para representarse el mundo social a sí mismos: piensan a lo social como una construcción que se forma a partir de la suma de "autonomías Individuales", o de "autonomías comunales". Un fundamento que sólo puede afirmarse al aislar imaginariamente en la cabeza un objeto y vaciarlo de toda relación al considerar que todas sus determinaciones están contenidas dentro de él mismo.
El "tiempo libre" tal cual aparece bajo está sociedad no es una miríada infinita de actividades posibles sino que es gestionado de acuerdo a la necesidad social que lo determina. La totalidad de los fundamentos de esa actividad "libre" no están contenidos en ella misma. El presupuesto de la libertad abstracta para administrar ese "tiempo libre" es siempre la existencia del tiempo "ocupado". No hay separación concreta entre ambos ya que uno es la condición del otro. No habría trabajo asalariado sin gestión "libre" de la reproducción de sus atributos productivos. Y no existiría ese tiempo "libre" abstracto que no esté fundado en el trabajo asalariado.
El trabajador bajo el capital necesita esa forma específica de reproducir sus calificaciones laborales. Distraerse consumiendo espectáculos, participando de algún deporte, de la crianza de niños, de la formación de una familia, etc. Todas esas cosas no son una exterioridad que se opone concretamente al trabajo asalariado sino su anverso necesario para que este pueda reproducirse en la realidad. Cuando uno interactúa con muchos seguidores de Marx da la impresión que su idea de sociedad futura desarrollada no puede dejar de aparecer como la idealización congelada o naturalizada de ese tiempo libre que corresponde a un momento específico necesario de la circulación del capital, que es, él mismo, un momento de un todo sin el cual no se sostiene. Una robinsonada del tiempo libre que hay que observar críticamente ya que parte de una negación simple de aquello que se considera "malo" (trabajo necesario) y una afirmación simple de lo "bueno" (tiempo libre) como presupuesto para pensar una forma superadora. Un truco del formalismo que recuerda bastante al método proudhoniano. Una tentación en la que es difícil decir que el propio Marx no haya caído al pensar la sociedad que supere de forma práctico-concreta al capital.
El agudo señalamiento de Marx cerca de que el intercambio de mercancías no es más que el fundamento productivo real de toda la igualdad y libertad puede ser desarrollado para entender un poco mejor cierta forma de reflexionar acerca de estos temas por parte de sectores del socialismo. Uno de los ejes del trabajo intelectual de Marx fue el esfuerzo por realizar una crítica de las representaciones espontáneas del productor de mercancías a partir del análisis de los fundamentos necesarios que las producen, al entender que era absolutamente inútil medir y criticar a la sociedad burguesa a partir de las representaciones que brotan de sus mismos fundamentos. En definitiva, criticar al capitalismo porque no logra la libertad e igualdad que promete es algo tan vacío como criticar al peronismo por no ser verdaderamente nacionalista. Es una falsa crítica que mientras más se ejerce, más alimenta la ideología de aquel contra el que va dirigida. Sin importar qué tan virulenta sea nunca va a lograr desmantelar su sentido común porque opera dentro de él. Es incapaz de forjar uno propio.
Al respecto, como dijimos, es interesante observar la reflexión de Marx acerca de que sólo la sociedad mercantil puede servir de base real a la única forma históricamente posible de libertad e igualdad. En cualquier organización productiva donde la dependencia personal entre sus miembros sea el punto de partida, toda idea y realidad de libertad e igualdad quedan reducidas a nada. La única igualdad históricamente posible es aquella que parte de ver al otro como un medio para obtener un fin. Todos pueden volverse iguales únicamente en una sociedad donde el fin directo de la actividad de sus miembros sea una abstracción separada de cualquier nexo directo entre productores. Una sociedad donde la actividad concreta de sus sujetos no conlleva ningún tipo de dependencia personal, donde el otro es un medio genérico para un fin igualmente genérico, es aquella donde puede darse la única igualdad históricamente posible bajo cualquier forma de metabolismo social.
Uno sólo puede encontrarse alienado PORQUE es libre, no porque no lo sea. Cualquier sujeto puede ser igual al otro cuando la dependencia social es externalizada en tanto movimiento autónomo de las mercancías, a partir de que se opera como una personificación. En definitiva, sólo en el momento en que los individuos pierden todo control de su porción de trabajo social de forma inmediata, es decir, en tanto funcionen como personificación de ese movimiento del valor, la igualdad y libertad históricamente posibles aparecerán. Pero lo harán de la única forma posible: como abstracciones que brotan del intercambio mercantil. De la misma manera sucede a la inversa: Mientras más desarrollo tenga la planificación colectiva, menos libertad abstracta habrá, no más. Mientas menos el obrero colectivo pueda actuar reconociendo su vínculo de forma directa, menos va a existir el "a cada quién según su necesidad" que es la negación de la igualdad. Cambiar la propiedad jurídica de los medios de producción no anula las diferencias de calificaciones laborales dentro del obrero colectivo ni sus vínculos necesarios. Realizar ese cambio de propiedad no realiza la igualdad ni la libertad. Es el primer paso de hecho para el reconocimiento de la necesidad de su superación como forma histórica, no su reivindicación como principio ahistórico.
En definitiva, la igualdad y la libertad sólo son formas imaginarias que se fundamentan en la autonomía del vínculo social a través del intercambio mercantil y no existen por fuera de él. Es por eso que Marx entabla una crítica a la economía política. Porque no busca la forma de realizar "de verdad" las representaciones del vínculo social autonomizado. Eso es lo que busca Proudhon y el anarquismo en general. Un capitalismo sin capitalistas donde la promesa de libertad de la autonomía individual se cumpla. Para los socialistas que siguen la crítica a la economía política no tiene sentido hablar de igualdad o libertad, ya que comprenden que lo que hay que hacer en tanto proyecto es superar esas representaciones para discutir y llegar a acuerdos como colectivo respecto a las formas y ritmos de la producción. Por eso el eje de Marx se centra en desnaturalizar éstas categorías mostrando su fundamento en el proceso productivo general. No simplemente decir la perogrullada de "como en el capitalismo no se cumplen el sistema es injusto y hay que realizarlas con otro sistema". Esa es una seudo crítica proudhoniana que solamente refuerza los presupuestos del propio capital. Lo que debe prevalecer bajo el socialismo es el debate directo entre productores dependientes y diferentes unos de otros sobre las formas de asignar el trabajo útil del que dispone la sociedad para producir. No existe ni existirá igualdad ni libertad por fuera de la representación imaginaria del sujeto en tanto productor de mercancías. No existe ni existirá una sociedad de igualdad en ese sentido. Por eso los liberales (y por lo que veo algunos Marxistas) solamente son capaces de proyectar esa representación al futuro e imaginan al socialismo como todos usando la misma ropa, viviendo en las mismas casas y opinando todos igual. Y este tipo de naturalización de la libertad e igualdad como algo pre existente que hay que reinstalar en la tierra contra el capitalismo es peligroso, ya que de seguir pensando al socialismo con las categorías imaginarias del capitalismo podemos terminar diciendo de tal o cual experiencia centralizadora del capital: "eso no es verdadero socialismo porque hay burocracia y no se vota todo en una comuna libre".
De hecho esto marca la imposibilidad del socialismo como comuna libre, porque justamente todos no son iguales concretamente. Hay gente y grupos que son más difíciles de reemplazar por sus atributos productivos que otros. No va a haber igualdad de comuna en una sociedad que se estructure de acuerdo a un reconocimiento práctico de la dependencia mutua del nexo social ya que esa dependencia no es igual para todos. Sólo puede ser igual como abstracción bajo la ley del valor. Por fuera de ella nunca podrá haber una sociedad de sujetos abstractos votando en condiciones de igualdad. Por ejemplo, partamos de una comuna ideal donde todos se reconocen entre sí como "productores libres". Tenemos a un ingeniero químico y un reciclador urbano que levanta cartones. Ambos se reconocen como dependiendo uno del otro porque acuerdan sobre la justeza de que el otro obtenga algo del trabajo que realiza. Hasta aquí todo bien. Sin embargo ese reconocimiento abstracto, apenas comienza a ser discutida la asignación de trabajo social, choca necesariamente con el hecho de que uno de esos trabajos es totalmente reemplazable por ser portador de atributos productivos muy simples y el otro no. Cada trabajo concreto es expresión de una intensidad, extensión y cualidad diferentes, así como también son productores de diferentes valores de uso apreciados de forma desigual por la sociedad. En este sentido ¿Qué acceso a los bienes y servicios va a tener cada productor concreto? Ese debate en el capitalismo es "externalizado" en el movimiento autónomo del mercado. Pero ahora en la comuna tocaría darlo directamente. Si le damos al reciclador urbano en función de la simpleza y la facilidad de reemplazo de su trabajo estaríamos perpetuando la simpleza de sus atributos productivos. Si le damos de más estaríamos pauperizando los atributos de otro sector. Y así por millones de ejemplos concretos. La comuna de productores libres apenas comience ya está destinada al fracaso.
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