Sobre la policía
- pablosviajsk
- 13 ene 2021
- 6 Min. de lectura
La policía es la parte del obrero colectivo que ejerce la coacción sobre sí mismo como resultado del movimiento de reproducción del capital. Y toma la forma de la defensa del proceso de valorización por medio del resguardo de la propiedad privada de los productores privados, tanto de los medios de producción como de reproducción. Esto significa que la tarea de la policía no sólo se reduce a la represión de huelgas contra burgueses sino a la ejecución de la defensa de los medios de vida del trabajador. El policía es el obrero que personifica la necesidad de ejercer la violencia física directa sobre el conjunto de la sociedad para habilitar la acumulación de capital. Y esta función, por los atributos productivos que exige, recae sobre el sector más pauperizado de la clase. Un sector que se conecta casi directamente con el lumpen. En definitiva son una fracción que entra ya mutilada en sus atributos a cumplir esa función y esa mutilación al mismo tiempo es el atributo necesario para poder desarrollarla en primer lugar. Debido a esto, su producción no se reduce simplemente la represión necesaria para el proceso de valorización sino también incluye la reproducción misma de las condiciones de pauperización (narcotráfico, delito organizado, etc.). Obviamente que estas particularidades concretas exigen que su sindicalización sólo sea progresiva en la medida en que ella misma habilite procesos de coerción hacia la misma policía en función de desarmarla de la impunidad y arbitrariedad con la que operan debido a que su tarea más cotidiana se orienta a lidiar con la violencia capilar de la sociedad capitalista.
El obrero que reprime a otro obrero no se "desclasa". Básicamente porque ser obrero no es un atributo moral que se elige, sino un atributo del movimiento del capital. Su clase no tiene realidad como algo externo a él. En una de sus formas concretas ese movimiento se expresa mediante la necesidad de represión física para sostener el orden público necesario para la normal circulación del capital en condiciones específicas. Y esa represión la ejecutan (como todas las cosas) obreros. Obviamente después hace falta un análisis más concreto para cada función del obrero colectivo. Pero es claro que todos los obreros cumplen una función del capital (porque justamente son un atributo del mismo). No hay ningún obrero que no lo haga. Y la clase obrera justamente puede ser revolucionaria PORQUE es parte del capital, no porque sea algo diferente a él. La policía no "proviene" de la clase obrera, es una fracción determinada de la misma. Y el hecho de que una fracción de la clase obrera no tenga un potencial revolucionario no hace que deje de ser clase obrera. Eso sería presuponer que la determinación más general de la clase sería el ser revolucionaria, no el vender su fuerza de trabajo. En ese caso sería interesante ver de dónde brotaría esa condición revolucionaria por fuera de su ser social específico. De base no se puede avanzar en ningún análisis concreto negando la pertenencia de la policía a la clase obrera en tanto determinación más abstracta. Presuponer que un obrero se desnaturaliza ("desclasa") cuando ejecuta una función del movimiento del capital es desconocer qué es un obrero en primer lugar. O al menos parte de presuponer que el mismo es externo al capital, y claramente el problema de pensar a la clase como externa al capital recae básicamente en el hecho de que deja indeterminada cuál sería su potencia para superar al propio capital: ¿De qué determinación material brotaría la potencia de la clase obrera para superar al capital que no sea en tanto atributo del mismo movimiento? Ahí luego tenemos la idea de que el obrero extrae sus potencias de superación del capital de su "búsqueda de libertad", lo cual es misticismo ya que presupone que su fuerza material no brotaría de la especificidad de su ser social sino de una supuesta naturaleza humana ahistórica que pugna por ser libre.
La otra noción que siempre se trae a colación sobre el tema es la de que "la policía evita que la clase obrera tenga el poder". Esta vulgaridad parte de imaginarse el problema del poder como uno de índole físico. Se razona que como la policía es la que se antepone físicamente frente a los centros administrativos del ejercicio del poder estatal, entonces se deduce groseramente que ella es la barrera concreta que evita la toma del cielo por asalto. Sin embargo, lo que evita la toma del poder de un gobierno socialista es esencialmente el hecho de que el movimiento socialista no posee la más mínima autoridad política de cara a la clase obrera en todas y cada una de sus diferentes fracciones. No tienen la más mínima construcción política en términos de orientación teórica, de cuadros técnicos y políticos, etc. para ejercer el poder. Si quieren buscar la "barrera" que se levanta contra un gobierno socialista dejen la imaginación operativa concreta, tómense en serio, dejen el automatismo autojustificativo de aparato, dejen la comodidad de la rutina y mírense bien hacia adentro. Pero claro, es mucho más cómodo imaginarse que el problema es un tema de índole física antes que política. Seguro acalla muchas consciencias que militan en un club cultural de marxismo pop antes que en una organización que se prepara para el poder de forma seria y razonada.
Por otra parte es suicida tener a la defensa del lumpenaje como política. Toda la perorata en defensa de "los pibes de los barrios" es una locura retórica que adopta la izquierda totalmente equivocada. Una retórica que pretende antagonizar con el Estado desde la puesta en el mismo plano semántico del trabajador y del lumpen. Demente. Está más que claro que si hay abusos policiales a laburantes se debe denunciar. Pero nunca desde una posición de defensa del hampa. Si la izquierda se pone a defender al trabajador abusado junto con el lumpen ejecutado como parte de una suerte de política "antirrepresiva" genérica termina en una posición nefasta de falsa equivalencia entre el trabajador y el lumpen. La forma de no "reforzar" al aparato del Estado es oponiéndole algo superador y eso se construye partiendo de una política que interpele al obrero real, no desde el discurso vacío. Denunciando por igual el abuso del Estado frente al lumpen y al laburante como equivalentes la izquierda queda en una retórica sectaria que fortalece en la práctica la legitimidad del Estado que busca socavar. En términos políticos no debería alarmar a la izquierda que un policía mate a alguien que salió a robar. No. No debería ser parte de su política defenderlo. No tiene ningún sentido. Y llevado a sus consecuencias lógicas (en caso de que la izquierda tuviese roles de poder en el estado) es contraproducente en la construcción de poder. Al hampa hay que capturarlo y el policía debería tener ser vigilado y castigado de forma permanente con toda la tecnología que exista a disposición. En el caso del lumpen asesinado por las fuerzas represivas debe investigarse si hubo un uso legítimo de la defensa del oficial. Los derechos civiles son atributos productivos y las fuerzas represivas en función deben ser monitoreadas nominalmente con cámara. Y obviamente que si acribillan a alguien sin razón es un homicidio. Eso es claro. El problema es el discurso que construye la izquierda en donde se pone conscientemente en el lugar de un ataque infantil a la policía que la deja permanentemente mal parada al terminar en la defensa retórica del delincuente. La izquierda debe salir de este callejón sin salida como trinchera infantil y pronunciarse políticamente en función del hecho que se discute y la defensa del trabajador. Si se investiga y se llega a la conclusión de que un policía disparó porque su vida o la de otros estaba en riesgo, se defiende el accionar de ese policía y si no lo hizo se defiende el derecho civil del trabajador. Pensar que posicionarse de otra forma refuerza al Estado es infantil. Lo que lo refuerza es la inexistencia de un movimiento obrero socialista. El inconveniente de ponerse de antemano en modo de ataque al policía es el pequeño problema de que el policía muchísimas veces le salva la vida al obrero. Al plantarse en esta posición anarquista los socialistas siempre terminan en el discurso político (que por naturaleza es binario, y esta determinación debe ser tenida en cuenta) enredados en ataques genéricos a la policía en casos en donde no hicieron más que defender al obrero. Es un error de método poner esta rencilla mezquina por encima de la elaboración política concreta. Y eso es lo que refuerza Estado y le dan legitimidad a las fuerzas represivas.
En definitiva, realmente duele tener que explicarles a supuestos marxistas el hecho de que la pertenencia de alguien a la clase obrera en tanto esta cumple una función del obrero colectivo no exige a ningún revolucionario solidaridad automática por más que esa función le caiga más o menos simpática. No es un tema moral. Los revolucionarios deberían entender que el proceso de universalización de la clase obrera se procesa por medio de la competencia, en la medida en que la existencia inmediata del trabajador es su existencia como persona privada. Como productor y reproductor privado de su mercancía específica, la fuerza de trabajo. Y todo revolucionario debe entender que ese proceso de universalización de la clase obrera operará históricamente al mismo tiempo CON y CONTRA fracciones y sectores de esa misma clase en su desarrollo histórico concreto. El movimiento de solidaridad obrera que exige su universalización en tanto clase dominante se va a devorar a muchísimas fracciones de ella misma en el proceso y tomara la forma brutal de traiciones y represiones dentro de la misma clase.
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