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Sobre los límites del capital y la caída tendencial de la tasa de ganancia

  • pablosviajsk
  • 26 mar 2022
  • 6 Min. de lectura


Veo que uno de los supuestos dogmáticos más grandes dentro de los movimientos que se autoperciben "anticapitalistas" es la idea de que la superación del capitalismo sólo tiene sentido si se logra fundamentar algún tipo de límite absoluto para el sistema. Un momento histórico terminal que "ponga de relieve" la necesidad de su caída. De allí que se ven obligados teóricamente a buscar la terminalidad absoluta del capital como imprescindible para pensar cualquier propuesta revolucionaria.

El problema con esta forma de pensar es que necesariamente arrastra a sus proponentes a adoptar una forma ahistórica, lineal y formal de razonar la dinámica del metabolismo social. Frases como la de que la revolución es imposible hasta que se vuelve "inevitable" y ese tipo de idioteces son moneda común. En definitiva todos parten de la idea vulgar de "límite". Cabe aclarar que en el sistema de Hegel un límite es simplemente una determinación concreta. Es el lugar en donde el ser se vuelve no ser. Otra forma de decirle es contradicción, pero lamentablemente ésta palabrita es tomada por los marxistas silvestres de la misma manera mecánica. En definitiva una determinación, límite o contradicción son simplemente formas de afirmar que el objeto es concreto, determinado, que tiene una forma específica y no cualquier otra. No significa más que eso. Decir que el capitalismo tiene "contradicciones" es una perogrullada, no un gran descubrimiento. Simplemente significa que es una forma definida, concreta. Por ejemplo, que el obrero luche por más salarios es una contradicción del capital en el sentido de que es una forma concreta de su movimiento, un límite específico, no de que eso sea algo que pone en entredicho al mismo sistema. De la misma manera, el que un humano tenga pulmones es un límite del ser humano. No significa que eso sea algo que lo ponga en entredicho ni determine su final. Simplemente significa que, por ejemplo, no puede respirar abajo del agua. Significa que tiene límites justamente porque es real, porque existe de una forma determinada.

Ahora bien, hay varios candidatos para buscarle el "límite" al capital. En el marxismo clásico se lo intentaba asociar a una interpretación lineal de la caída tendencial de la tasa de ganancia. También a una idea de "freno a las fuerzas productivas", o pauperización absoluta de la clase obrera. También con la llegada de la horripilante teoría leninista del imperialismo se lo pensaba como la llegada de los "monopolios" y el reparto colonial llegando a un empate de suma cero. En la actualidad vemos que a esas viejas recetas se le suma el supuesto límite ecológico, que como ya hablamos, no es más que la misma visión de límite lineal aplicada al metabolismo social como un todo con el medio ambiente (Malthusianismo).

En definitiva todos estos intentos no son más que partir de un formalismo para pensar el límite. Se busca al límite como una suerte de fuerza absoluta a partir de la cual el objeto ya no puede existir. Por más que luego al ver que no se cumplan las premisas mecánicas y se busquen desesperadamente figuras metafóricas pobrísimas como la de que el capital está "senil" o que las condiciones "objetivas" (?) están maduras y otras tonterías, la forma de imaginarse al límite sea la misma. Relativizar a fuerza del ridículo un absoluto mecánico autoimpuesto para poder sostenerlo ante la falta de evidencia no significa abandonar esa forma lineal de pensar. Significa arrastrarla hasta el absurdo.

Tal vez una de las especificidades más interesantes del Capital es la forma concreta en que el mismo procesa la caída tendencial de la tasa de ganancia. Una forma muy popular de encarar el tema es a través de lecturas mecánicas que se apoyan en sacar promedios mundiales y hacer regresiones lineales como quien en otras épocas usaba trucos numerológicos sobre las sagradas escrituras para calcular el día exacto del apocalipsis prometido. De esta forma, se observa la caída como un avance a un estancamiento asintótico que exige la inclusión permanente de hipótesis ad hoc para explicar la persistencia de la expansión del capital. Las más comunes simpre ligadas a la idea de "financierización" de la economía, del surgimiento de una economía basada en la "especulación" (?), etc. Realidades que, aisladas, pueden tener algún sustento empírico pero que surgen como exigencias para sostener una hipótesis anterior acerca de la manera específica que tiene la tendencia de la caida de la tasa de ganancia de afirmarse a sí misma.

La otra manera general de abordar este problema es aquella que adopta cierta escuela del marxismo de la cual ya hablé en otra oportunidad, y que me gusta llamar "marxismo eserista" por compartir la mayoría de la matriz del pensamiento del populismo ruso respecto a su concepto del capital. Ella parte de pensar al capital como la persistencia de la acumulación originaria en el tiempo. Así tendríamos a un capital que permanentemente se encuentra incompleto, que necesita absorber vida de los "espacios comunes" para poder seguir existiendo y compensando la caída mientras avanza en la destrucción de "comunidades" preexistentes. Una suerte de visión vampírica cuyo mayor vocero es David Harvey. Tanto la escuela mecanicista asintótica y la vampírica, obviamente orientaran formas diferentes de pensar la realidad, ya que mientras una puede coquetear con la crisis final del capital y pensar que avanzamos linealmente a una suerte de etapa decisiva para la cual hay que preparar el "factor subjetivo", la otra puede pensar que la política es "resistir" desde las "comunidades" al "avance del capital" sobre "sus vidas".

Sin embargo, no me interesa detenerme especialmente en ninguna. Lo que me interesa explorar es un principio para empezar a pensar la forma concreta en que la caída de la tasa de ganancia existe por fuera de ambas maneras de encarar el problema. Si partimos de pensar a la misma como el producto del desplazamiento de mano de obra por el desarrollo de la productividad general (plusvalía absoluta), podemos centrarnos en analizar de qué manera este movimiento general se procesa ampliando los tipos de actividades en las que es posible emplear a la clase obrera de forma productiva, tanto intergeneracionalmente como geográficamente. La dinámica de la búsqueda de ganancia extraordinaria es la de convertir a una empresa en un "monopolio temporal" en nuevos mercados hasta que los mismos se saturen y se inicie el proceso mediante el cual una rama o ramas del mismo sector comienzan a saturarse (formación de la ganancia media y la caída tendencial). Este movimiento del capital se manifiesta a escala histórica como grandes momentos de desplazamientos horizontales masivos de mercado a nuevos sectores y ramas que terminan recomponiendo una tasa de ganancia en esos nuevos escenarios mientras que las viejas ramas saturadas continúan en la formación de una tasa media a la cual intentan superar con la expansión vertical del mercado (diferenciación de los mismos productos), dando así origen al fenómeno cultural de la moda en su forma esecíficamente capitalista en el proceso. Todo esto es lo que suele analizarse como las sucesivas "revoluciones industriales" en los libros de texto.

La mecanización de la agricultura es la condición de posibilidad para la movilización total hacia las ciudades y la sociedad industrial clásica que tuvo su cúlmine en la expansión del consumo de bienes masivos homogéneos que, al automatizar y simplificar las tareas de reproducción doméstica, expandían también los límites de la propia clase obrera con la contínua incorporación de fracciones de la misma a la producción de valor. Esta etapa de homogeneización del consumo y la reproducción social, que parecía ser el momento de universalización último de la humanidad, mostró su superficialidad en la medida en que el desplazamiento de la dinámica de la acumulación pasó de orientar el trabajo de la clase obrera, no ya a la producción de alimentos o productos básicos de reproducción doméstica, sino a la producción misma de la información acerca del movimiento mismo del capital y de servicios dedicados a la formación de sus atributos productivos más elevados (salud, educación, producción artística, etc.). Este desplazamiento de los sectores dinámicos de la acumulación hacia lo que se llama genéricamente la economía de la "información" presupuso la intensificación de la expansión del capital por medio de una expansión vertical del mercado que segmentó radicalmente los bienes que se habían consolidado en el consumo cotidiano de forma homogénea en el pasado, por un lado, y por el otro, por medio de la generación y manejo de información sobre el propio movimiento de acumulación de capital. Este último caso se presenta como el más radical, ya que lo que tenemos ahora es que la masa de mano de obra liberada del trabajo en la industria (intergeneracionalmente en la mayoría de los casos) pasa a dedicarse a recabar y manipular información sobre hábitos de consumo, logística, inversión, etc. En este sentido, la radicalidad específica de la llamada "era de la información" radica en que tenemos frente a nosotros por primera vez a la forma práctica mediante la cual el capital se acumula a partir del despliegue de las tareas de conocimiento de sí mismo en tanto metabolismo. El manejo de bases de datos es de tal escala en la actualidad que se tienden a integrar no solamente todos los hábitos presentes de consumo, inversión y transporte del metabolismo capitalista, sino también la posibilidad de su proyección a futuro y planificación. Obviamente este es un cambio muy profundo que debe ser abordado en su especificidad histórica para entender las tareas que se desprenden.

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